miércoles, 5 de diciembre de 2018

Sermón despedida de sexto año de la secundaria

Estamos ya al final del sexto año de la secundaria y todos ustedes están por experimentar un cambio muy grande en la vida.
Algunos seguirán estudiando en la universidad, otros emprenderán ya una vida netamente laboral. Más allá del camino que se emprenda, dicho camino representará el cambio más grande que han tenido hasta ahora.
A modo de ejemplo: el cambio entre la secundaria y la universidad (o la vida laboral) es mucho más grande que el cambio entre la primaria y la secundaria.
El motivo es que tanto en la primaria como en la secundaria la institución tiene por el alumno un tipo de preocupación que no existe en la universidad.
En la primaria y en la secundaria hay una preocupación porque el alumno aprenda y apruebe. En la universidad, si el alumno aprueba o no, es problema de él. Es típico, por ejemplo, comenzar la universidad y que en pocos meses la cantidad de alumnos se haya disminuido incluso a la mitad…
De alguna manera se puede decir que en la primaria y en la secundaria la institución ejerce una cierta función maternal que no aparece en el ambiente universitario (y evidentemente tampoco en el laboral).
Otra diferencia es que el resultado del estudio implica en la universidad una mayor responsabilidad ya que la persona ejercerá una profesión. Si sos mal médico matarás a tu paciente, si sos mal arquitecto, se te caerá el balcón del edificio… En cambio, si fuiste un mal alumno y pasaste porque sí, en la secundaria no pasa nada… En la universidad no vas a pasar porque sí… el profesor y la institución no se harán responsable de que salga un mal profesional; pasarán solo los muy buenos. Será un mundo netamente competitivo.
En la universidad, el mismo profesor muchas veces te verá como una futura competencia y no te enseñará sus secretos de profesión…
Otra gran diferencia es que la escuela secundaria es obligatoria para todos, no así la Universidad. Por eso, de alguna manera, la institución secundaria está obligada a acompañarte…
Todo eso hace en realidad a la importancia del colegio secundario: La escuela secundaria debe formar al alumno para enfrentar el mundo.
¿Qué significa enfrentar el mundo?
Enfrentar el mundo significa poder sobrevivir... Están por abandonar el nido.
Este sobrevivir no hay que entenderlo sólo desde el punto de vista material… en el sentido de conseguir plata para comer.
Significa, principalmente, conservar la dignidad como persona. Que el mundo no los devore quitándoles la dignidad.
Dicho de otra manera: luchar para ser persona auténtica y no elemento de masa.
Masa es la persona a la cual le imponen el modo de pensar y de actuar; persona auténtica es aquella que realmente es dueña de su pensamiento, conservando así la libertad verdadera propia de la persona humana.
Lo peligroso es que los individuos masa no se dan cuenta que son masa, y están convencidos de que son auténticos.
Por ejemplo, llevan adelante ideologías pensando que ellos deciden, y en cambio están simplemente arrastrados por la corriente de moda.
Es necesario, por tanto, tener un espíritu crítico. Una vez alguien dijo: “no confíes nunca en las verdades de tu tiempo, sobre todo si son del tiempo de tu juventud”. Dicho que no es de ahora, sino que tiene muchos años… no piensen que está dicho por la situación actual, sino que es una constante de la historia... los jóvenes pueden ser fácilmente arrastrados por pensamientos que les quitan su autenticidad y los convierten en masa.
Por eso la importancia del colegio secundario, de formar personalidades fuertes que auténtico espíritu crítico.
El espíritu crítico, para ser auténtico, tiene que ser completo y no parcial, porque justamente, el proceso de masificación se da despertando un espíritu crítico parcial. Se critica una posición y se adopta otra “masificadoramente”. No! Hay que tener un espíritu crítico a las ideas en general, para poner toda idea a prueba, para ver si realmente concuerda con la realidad de las cosas. En otras palabras, se trata de ser realistas y no ideólogos.
La crítica parcial es nefasta. Es propio de la ideología criticona. Un ejemplo típico es el relato del génesis, en donde el diablo tienta a la mujer para hacerla pecar con una crítica al mandato divino; cuando la mujer lo que tendría que haber hecho es incorporar a la crítica lo que el demonio le estaba diciendo… Se puede decir que la crítica parcial es una tentación demoníaca.
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En una oportunidad estaba hablando con una chica que estaba por terminar su profesorado de gimnasia.
“¿Vas a trabajar en una escuela?”, Le pregunté.
“Ni loca”, me contestó. “Voy a intentar trabajar en algún club".
Es realmente un trabajo muy difícil el formar a los alumnos en el “autentismo”; en el ser personas auténticas.
¿Hemos logrado este propósito?
Pido perdón, en lo que está de mi parte, en aquello que no se haya logrado. Siempre se puede ser mejor. Yo podría haber sido mejor capellán, los directivos mejores directivos, los profesores mejores profesores, y los alumnos mejores alumnos. Siempre se puede ser mejor.
Esperamos, no obstante, haber hecho lo suficiente, y prometemos suplir con oraciones aquello que no hayamos logrado con la educación; porque para formar personas auténticas no alcanza con la enseña, sino que se necesita educar. La enseñanza termina en un mero dato, la educación, en cambio, llega al núcleo de la persona.
Espero que estas palabras sirvan entonces para educar, y no solo para enseñar.
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Conocí un sacerdote que estaba a cargo de colegios y siempre predicaba lo mismo en las misas de despedida.
Hacía referencia a las palabras que San Ignacio le dijo a Francisco Javier en la despedida. No son palabras históricas, sino que son las palabras que imagina el poeta Pemán, pero que concuerdan con los sentimientos que aquellos personajes seguramente tuvieron; y concuerdan también con los sentimientos que nosotros tenemos ahora.
Termino entonces con los últimos consejos que San Ignacio le da a San Francisco Javier:

Escríbeme, por menudo,
tus andanzas y sucesos:
ni los agrandes por vano,
ni los calles por modesto;
Piensa que ya en esta vida
no volveremos a vernos.
Te espero en la gloria,
que para los dos la espero,
por la bondad del Señor,
que no por méritos nuestros.
Mientras tanto, Javier mío,
porque no nos separemos,
llévame en tu corazón,
que en mi corazón te llevo.
Es la despedida de Ignacio y Javier: “llévame en tu corazón, que en mi corazón te llevo”.
Es lo que el Colegio le dice ahora a ustedes... sus profesores, sus directivos, su personal, todos nosotros.
La chica profesora de gimnasia decía que ni loca iba a trabajar en un colegio. Sepan que trabajar en un colegio tiene muchas cosas de ingrato, y que por lo general las personas que trabajan en un colegio lo hacen sólo porque aman a los jóvenes y tienen la esperanza puesta en ellos.
Yo he visto la preocupación de los directivos y profesores por ustedes. Esa preocupación que es reflejo de un verdadero amor. Es verdad que cada trabajador merece su salario, y que los profesores y directivos deben cobrar para vivir. Pero lo que he visto, es que en sus preocupaciones las necesidades personales quedaban prácticamente olvidadas y que la principal preocupación era vuestro bien. Realmente ustedes son amados por vuestros profesores y directivos.
Vuelvan al colegio cuando quieran, y siempre recibirán afecto y el apoyo que necesitarán para enfrentar el mundo.
Padre Pablo Rossi, IVE

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