miércoles, 3 de julio de 2019

Aceptar la Voluntad de Dios

Aristóteles decía que el estado natural de un cuerpo es el reposo.
No es el momento de dar una clase de filosofía de las ciencias para demostrar que lo de Arsitóteles es correcto, más allá de lo que dice la primera ley de Newton: "un objeto permanece en reposo o con movimiento rectilíneo uniforme al menos que sobre él actúe una fuerza externa".
Volvamos entonces a Aristóteles: el estado natural es el reposo; o podríamos decir: el equilibrio.
Esto tiene aplicación en el plano espiritual. El espíritu necesita estar en equilibrio, en reposo, en serenidad, en paz... si no está en ese estado, hace lo que puede para conseguirlo.

En concreto:
Ante una situación dolorosa, que no nos gusta... (la muerte de un ser querido, por ejemplo...) se provoca una situación de desequilibrio espiritual, (podemos llamarla angustia), que debe de alguna manera superarse.
¿Cómo se supera?
Posibilidades:
1. Evasivamente. Uno puede evadir la situación dolorosa por alguna técnica, por ejemplo el uso de drogas o alcohol; o meramente con el paso del tiempo, dejando que eso se olvide o pase a un segundo plano casi olvidado.
Un modo de evasión parecen ser las técnicas de meditación oriental que pretenden alcanzar el Nirvana o estado de liberación.
2. Otro modo de querer tender a ese equilibrio es mediante la lucha o la queja, o la rebeldía. Revelarse contra Dios o contra todo.
3. El tercer modo, el auténtico, es la aceptación de la fe, gracias a la cual uno acepta la situación como fruto de la bondad de Dios, según aquello de que "todo sucede para el bien de los que aman a Dios".
Es el modo válido y auténtico, pero es el más difícil; porque consiste en ponerse en manos de otro. Es como un aumentar el desequilibrio de modo tal que se lo recupera. Perdí, por ejemplo, una cosas que quería, pero por la fe le entrego todo a Dios.

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Es evidente que este trabajo de aceptación se verifica solo ante la prueba.
¿Esa aceptación es constitutiva del acto de fe? ¿Se puede hacer un acto de fe sin estar en una situación de prueba?
Sí; pero indudablemente la fe probada es una fe más profunda.
Yo puedo creer que todo sucede para el bien de los que aman a Dios cuando no me pasa nada malo; pero si me pasa algo malo y sigo creyéndolo, este nuevo acto de fe será mucho más grande.
Y esto es así porque la fe será más grande cuando el equilibrio o aceptación interior que deba lograr sea mayor.
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Finalmente: ese equilibrio que debe conseguir el acto de fe no siempre está dado por una situación dolorosa.
Puede ser una inquietud no resuelta, pero que realmente me desequilibra.... (El sentido de la vida, por ejemplo).
En el caso de Santo Tomás Apóstol, hay una mezcla de cosas. Está el dolor de la muerte de Jesús, la inquietud provocada por el testimonio de sus amigos...  Su situación es de desequilibrio. Y el modo de conseguir el equilibrio es entregarse totalmente a Dios; pero él se niega. Lo hará más adelante, cuando la prueba se haya disminuido por tener el testimonio de la presencia sensible de Jesús. Terminará haciendo un acto de fe, pero menor. "Tú has creído Tomás porque has visto... felices los que crean sin haber visto".
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Si queremos crecer en nuestra entrega a Dios debemos querer crecer en la fe; y para crecer en la fe es necesario ser probados en las tribulaciones.
Pidamos entonces no una vida sin tribulaciones, sin desequilibrios.... pidamos sí la fuerza de la fe para poder superarlas.
Padre Pablo Rossi, IVE