Jesús dijo a sus discípulos:
"No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.
Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.
Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
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Jesús nos dice en el
Evangelio de hoy que debemos poner por obra lo que escuchamos.
La primera interpretación
que viene a la mente es que si no ponemos por obra lo que escuchamos, nuestra
fe, nuestro cristianismo, vale poco. Es un cristianismo sólo intelectual, que
queda en las palabras, veleidoso, pero no real y concreto. Es sólo doctrina
abstracta, pero sin caridad vivida.
Pero después Jesús pone
un ejemplo que nos hace profundizar más la interpretación propuesta...
Jesús dice que el que
pone en práctica la palabra, es como una casa fuerte que resiste todas las
pruebas de la vida; y el que no pone en práctica la palabra, es como una casa
construida sobre arena, que ante la prueba se derrumba.
¿Qué es lo que está
construido sin las obras, es decir sobre arena, y se derrumba ante las pruebas?
Es esa doctrina abstracta.
Por eso, el que no pone
en obra la Palabra, ante la prueba no sólo pierde las obras, sino la misma
palabra, la misma doctrina. Su doctrina se derrumba.
El que no práctica la
caridad que la doctrina exige, pierde también la doctrina y la termina
cambiando. Es el conocido dicho: el que no obra como piensa, termina pensando
como obra, y su doctrina (su casa) se derrumba.
En este contexto de
Adviento debemos decir que si bien la penitencia y conversión que se pide es
principalmente interior, si no se transmite a lo exterior, corre el riesgo de
ser solo palabras que se lleva el viento, casa que se derrumba, con el riesgo
de licuar el significado de lo que es una verdadera conversión.
Es necesario, por tanto,
que las obras de penitencia y caridad sean exteriores y manifiestas, para que
nuestra conversión sea sólida como una casa construida sobre la roca.
Que la Virgen nos conceda
esta gracia.
Padre Pablo Rossi, IVE
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