La Iglesia presenta a nuestra consideración la figura de la Santísima Virgen como Madre de Dios. Maternidad divina que es la causa de todos los títulos y grandezas de María: es Inmaculada, llena de gracia, corredentora, asunta y reina de cielos y tierra, por ser Madre de Dios.
Por consiguiente: La maternidad divina constituye el primer principio básico y fundamental de toda la mariología.
Cerca del año 430 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios. Nestorio decía que no debemos hacer como los paganos que dicen que los dioses tienen madre. El erróneo argumento del hereje Nestorio era el siguiente: Jesús es Dios desde toda la eternidad. En el tiempo nació solamente como hombre, no como Dios. Por consiguiente María es madre de la humanidad de Jesús y no de la divinidad de Jesús. No se puede decir que María sea madre de Dios, sino solamente madre del hombre.
La respuesta que se le debe dar a este argumento herético es el siguiente: La maternidad y la filiación son relaciones que se dan entre las personas, no entre partes de las personas. Así por ejemplo, la madre es madre de todo el hijo y no solamente del cuerpo, si bien ella aporta el cuerpo y el alma es infundida por Dios. Por eso, María es madre de Jesús, y es ridículo decir que es madre de una parte de Jesús. María es Madre de Jesús, Jesús es Dios, María es entonces madre de Dios.
Santo Tomás aclara: es Madre de Dios no porque sea madre de la Divinidad sino porque es Madre según la humanidad de una persona que es Dios y hombre.
Cuando aparece la herejía de Nestorio se reunieron en concilio unos 200 obispos en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén".
Pero la Virgen no es solo madre de Dios, es también madre nuestra.
Varios argumentos podemos dar:
Al ser madre de Cristo y el estar nosotros unidos a Cristo como los miembros a la cabeza, es también madre nuestra.
Es Madre de Cristo Cabeza, al cual nosotros estamos incorporados (en cuanto Redentor). Así la Virgen Santísima al engendrar física y naturalmente a Cristo, engendraba espiritual y sobrenaturalemnte a todos los cristianos como miembros místicos de Cristo. Entonces María es Madre del Cristo total: aunque diversamente, físicamente de la Cabeza, espiritualmente de los miembros.
Es Madre nuestra por ser Corredentora. Así León XIII: “La Virgen Santísima, así como es Madre de Jesucristo, así también lo es de todos los cristianos, en cuanto los engendró en el monte Calvario en medio de los supremos tormentos del Redentor. Y esto fue proclamando solemnemente desde la Cruz (Jn 19, 26-27)”.
Finalmente podemos decir que es madre nuestra porque nos adoptó explícitamente en el Calvario.
Pablo VI decía: “Ella continúa ahora desde el cielo cumpliendo su función maternal de cooperadora en el nacimiento y en el desarrollo de la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos”.
El hecho de que María sea madre de Dios y madre nuestra nos une muy especialmente a Dios y nos da una enorme seguridad en su intercesión.
Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: "He ahí a tu madre", ¿será capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?
¿Puede alguno de ustedes negar algo a su madre cuando la ve sufrir? Pues aunque alguien niegue algo a su madre, Jesús no se lo negará jamás.
Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella.
Del hecho de que María sea Madre de Dios y Madre nuestra deducimos tres cosas:
1. María no nos negará nada que sirva para nuestro bien y que nos animemos a pedirle. Ya decía Aristóteles, hace miles de años: “Si queremos saber que es el amor debemos estudiar a las madres, porque son las que más aman”. Esto nos muestra que las madres tienen esa fuerte tendencia natural a amar a sus hijos. Si toda madre tiene esa tendencia a amar a sus hijos, cuanto más la Virgen María, que siendo nuestra madre es la más santa de todas las criaturas.
2. Siendo Jesús hijo de María no le negará a María nada de lo que ella le pida. ¿Cómo negarle algo a su madre que fue capaz de sufrir con Él y acompañarlo en la cruz? Jesús se recordará a su madre, llorando a los pies de la cruz y no le negará nada.
3. Jesús no nos negará nada que se lo pidamos por María, y estará más contento si le pedimos algo a través de María que si se lo pedimos directamente, de la misma manera que un buen hijo se pone más contento cuando alaban a su madre que cuando lo alaban a él mismo.
Sepamos rezarle a la Virgen y tenerla siempre como intercesora. El tener una auténtica devoción a la Virgen es indicio de salvación eterna.
Padre Pablo Rossi, IVE