En el evangelio de hoy Jesús nos dice:
«Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres».
Para conocer la Verdad se necesita entonces una actitud interior: la fidelidad.
Se trata de la Verdad sobrenatural que se conoce por la Fe sobrenatural.
No es suficiente entonces que nos propongan la Verdad para que tengamos Fe en esa Verdad, sino que es necesario también una actitud interior para que esa Verdad propuesta e inalcanzable sea aceptada como verdadera.
Pero recién cuando se la acepta se la empieza a conocer de un modo nuevo, porque el verdadero conocimiento es fruto del acto de Fe, y no previo al mismo. Por eso Jesús presenta el conocimiento de la Verdad como un fruto de la actitud interior.
Se deduce entonces que si bien la propuesta que se hace al que tiene Fe es la misma que la que se hace al que no tiene; igualmente el conocimiento que alcanzan es totalmente distinto. El que no tiene fe no comprende lo que comprende el que sí la tiene.
Por ejemplo; a dos personas se les propone esta verdad: “Jesús te salvó muriendo en la cruz”. Ambos la entienden, pero uno la cree y el otro no. El que hace el acto de fe empieza a ver esa verdad de un modo nuevo, totalmente superior a la visión que de esa verdad se tiene en el momento de la mera propuesta.
Este nuevo conocimiento, dice Jesús, nos hace libres; ya que el fruto de esa actitud, y el premio de la misma que es la Fe eficaz, trae como consecuencia la liberación del pecado.
Veamos para concluir un texto de San Agustín que comenta el evangelio de hoy:
"Como diciendo Jesús: 'Así como ahora creéis, perseverando veréis'. No creyeron porque habían comprendido, sino que creyeron para comprender".
Se ve claramente que hay un conocimiento previo a la fe que te lleva a hacer el acto de fe si está bien predispuesto; pero una vez hecho el acto de fe, se conoce más todavía.
Es este segundo conocimiento, posterior al acto de fe, el que nos hace libres, porque nos une a Cristo y por eso nos libera del pecado.
Tenemos pues que examinarnos en la Fe.
Probablemente hayamos recibido la propuesta, pero no la hemos realmente aceptado totalmente como para que tenga un influjo real en nuestras vidas. Y si este es nuestro estado lo comprobaremos porque todavía no hemos comprendido mucho más de lo que la mera propuesta nos dice; y todavía no hemos llegado a la verdadera libertad de los hijos de Dios.